Cántico


 Mi canto,
para el hombre
que ansía llegar a casa
y lavarse las manos,
dar un beso a los suyos,
aproximarse al fuego,
responder a un abrazo,
o sentirse tan solo que humaniza una mesa.
Para el que ve la luz encendida y respira,
para el que huele el pan y se siente dichoso;
el que mira la luna sin querer conocerla,
el que alcanza primero la sed que el cántaro,
el que huele la rosa y no la corta.

El que nunca rezó y a su manera reza.


 

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