Tardes de cal viva


De Incertis III


Quién sabe si nosotros

los que abrimos las puertas,

los que hacemos camino,

los que no caminamos,

los que vemos la luz,

los que sentimos libre,

mañana no alcanzamos

nuestra propia

distancia.



Si todo se tratara de un silencio,

una lenta tristeza

y un silencio

como cuando en la infancia

se alejaban los circos.



Si alguna tarde al pálido

perfume de la siega,

cuando el dorado sol de junio

alarga el día,

pagaremos el canto de los jilgueros

jóvenes,

que ya no volverán al volumen

del mundo.

Si alguna noche

baja

de la noche una

estrella

y a sus ojos los hombres

no somos más que frío.


Postulación

Dame tus manos, mar. Oríllame

a tus alas. Arrástrame a la luz.

Sedimenta tu sed sobre mi voz caduca.

Ahógame en el fondo de tu forma

sin ángulos. Déjame

concebir el agua, corporeizarme

en líquido;

sentir que no naufrago

ahora

siempre

por ahora

y

para siempre.



Dame tus alas, mar. Abrázame

en tu hondura, alístame

en tus olas.



Aquí en la tierra no es libre ya ni el viento.

Sólo conozco

-ahora

siempre

por ahora-

la deriva.


Tarde encendida

No es sólo lo que ves. Hay mucho más. Detrás de cada línea vive la espera.

Quien te ofrece este gesto vio la tarde encendida y pensó que tal vez, al trasluz de sus dudas, pudieras asomarte a la belleza.

Sobre cada espiral fluye un deseo. Al borde del azul duerme la esencia.

C) Aurelio González Ovies
Tardes de cal viva
Voz: María García Esperón
Música: The Refugee's theme. E. Karaindrou
2012
 

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