Sombra de otoño



El olor de la higuera a menudo me lleva hasta tus brazos. Todo, en otoño, guarda una enorme tristeza. Las calabazas solas en el suelo pelado de las huertas. La nube que se aleja como un niño cansado. El roto espantapájaros que cuidaba el maíz entre el narvaso húmedo. Las castañas que secan sobre el papel de un diario en el alfeizar. Las botas de algún padre a la puerta de casa. Los cuartos que ventilan, tras el balcón abierto. El gato que se duerme, con su pelusa hermosa, dentro de una madreña. La hortensia que plantaste junto a los crisantemos. Los crisantemos blancos que ahora son para ti. El barreño posado sobre el brocal del día. El jabón que perfuma la colada soleada. El origen del pan. El bote de la nata que duerme en la fresquera.

Todo oculta, en otoño, una especie de asombro y de melancolía. La espadaña que asoma, a lo lejos, cansada. Las campanas que tañen somnolientas. El petirrojo tímido que salta en tus pupilas. Las manzanas caídas como un don inservible. El rosal que, tenaz, florece entre los muros de una heredad desierta. El tractor que se pudre entre ortigas y zarzas. El ladrido del perro que aguza el cazador. El disparo sombrío que da muerte a la presa. Los árboles sumisos que derraman su anchura. La gaviota extraviada que grazna en la ciudad. El bullicio del mundo con toda su fatiga y todas sus sirenas.
Todo anuncia, en otoño, una sombra cercana. El riachuelo raudo que en breve se congela. Los ancianos que salen de paseo, abrigados. El labrador que aparca su afán y sus aperos. El tinte del crepúsculo, la púrpura del brezo, la orfandad de la tierra. El crujir de los cuerpos, la edad que avanza firme. El herbazal que tupe la voz de las aldeas. Los caminos que cierran para siempre. El pescador con una mar de trabas. La mina y los candiles que se extinguen. El ganado que, año tras año, mengua.
Todo, en otoño, sabe a memoria y a humo. Todo contiene gusto a sosiego y madera. El cobre de la luz que tarda en despertar. La brisa y su galbana sobre las hojas secas. El paso de las horas y su espacio insalvable. La fugaz indolencia de un domingo cualquiera. La metáfora anchísima del invierno tan próximo. Las aves que se van. Las chimeneas calladas. La lluvia y su cadencia. Todo en otoño es víspera de poema.

 

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